21D, se despejaron las dudas, queda la incertidumbre
El 21D dejó flotando la pregunta: ¿por qué tantos catalanes han hecho caso omiso de los efectos objetivos y verificados del proceso? El articulista Arcadi Espada dice algo interesante en El Mundo:
«…sé que muchos de ellos están felices de votar por la independencia con la cobertura del artículo 155: blindados cartera y corazón.»
En efecto, siendo la opción soberanismo/constitucionalismo o, más bien, separatismo/unionismo, de naturaleza catastrófica, en el sentido matemático del término (una bifurcación en la que las posiciones cambian de manera abrupta en los dos sentidos posibles), cabía esperar una relativamente alta fricción en la frontera. Por el contrario, lo que hemos visto es impermeabilidad entre los bloques y movilidad interna. Toda la energía potencial ha actuado para producir cambios internos (Puigdemont gana contra pronóstico a Junqueras; Arrimadas liquida a Albiol y frena a Iceta).
Hay que precisar que la naturaleza catastrófica de la opción electoral entre bloques, como ahora, o entre escenarios contrapuestos, como suele suceder en los referendum, concierne sobre todo a los que se plantean subvertir el status quo, en tanto que los partidarios de mantenerlo se hallan, al menos al principio, en posición estable.
Como en el caso del Brexit, lo que ha sucedido es que aquellos que se planteaban subvertir el status quo y, por tanto, estaban sometidos a la incertidumbre catastrófica (si voto con el corazón, puede que me cueste la cartera; si voto con la cabeza, puede que me duela demasiado el corazón -lo que se traduce en las posiciones preelectorales en un continuo vaivén impredecible-) han encontrado sin querer la manera de anular una de las ramas de la bifurcación:
En el referéndum del Reino Unido sobre la permanencia en la UE, las apuestas aseguraron que el brexit no podía ganar, con lo cual los británicos pudieron votar sin reparos por el brexit… que, como consecuencia, ganó; en Cataluña, como ha visto Arcadi Espada, es el 155 el que ha tranquilizado a un buen número de catalanes sobre las consecuencias de darle rienda suelta a su corazón soberanista. Si las cosas se ponen muy feas, ya vendrá el Estado español a limitar los daños.
Así y sólo así se explica la aparente irracionalidad del voto del 21D, es decir, por un exceso de cálculo. Pero, la incertidumbre que el corazón soberanista despejó, tras el parapeto del 155, permanece en la escena, la energía ni se crea ni se destruye. Muchos británicos se arrepintieron de su voto en cuanto vieron el resultado; muchos catalanes soberanistas esperan que otro 155 les salve de los efectos de su voto, si llega el caso, pero no es seguro que nada les pueda salvar.